Alguna vez soñé un corazón. Lo contuve, lo poseí, intentamos ser un solo
corazón aquel cuerpo y el mío, vimos noches hacerse día y días desvanecerse en
noches. Todo estuvo bien, pero era lineal. El mismo cuerpo, las mismas
sonrisas, emociones que no eran sanas, forjadas en el dolor de una familia, en
el egoísmo de algunas personas por sobre las necesidades de otras o en la mediocridad de
algunos individuos en el confort de lo que ya conoce. Al final, en una
relación de dos, si se busca de a uno, se encontrará solo, lo que solamente uno
anda buscando.
Recuerdo ciertas escenas con personas
que solo con el tiempo pude comprender.
Recuerdo haber visto ya aquel lugar que
llamas hogar, recuerdo haber visto algunas personas, imagino y vislumbro
personas, momentos, lugares y palabras. Incluso recuerdo aromas, ropas, climas,
colores y emociones.
La primera vez fue hace unos siete años
atrás, cuando al final de un extraño día, mi mente descansaba del ajetreo, del
movimiento... descansaba de la ciudad.
Era un ser, una esencia, una forma
de vestir, de actuar y de vivir, que me resultaba incomoda, frágil, familiar y
a la vez desconocida. Era un cuerpo como nunca antes había visto, un cuerpo
distinto. Femenino, pero a la vez reconocible, y yo, hasta hace un tiempo, no pudiera
haber estado más confundido... solo el tiempo logró hacerme ver quién era, qué
hacía y cuanto me afectaría su presencia - o ausencia- en el día a día.
Mar. De agua, de arena, De
almas.
La mente divaga y difiere... suele
fallar cuando esperamos que no lo haga. Juega trucos con el camino cuando lo
único que buscamos es caminar en linea recta, es extraño el sentimiento, esas
ganas de ser y pertenecer, de buscar entre un montón de gente a esa persona que
te complete, que sea necesaria - que uno la haga necesaria-. Dormir,
despertar, alimentarse, soñar, ilusionarse, evolucionar juntos, complementar,
amar, criar, creer... crear.
Reproducción, simple, básica, inherente
al hombre y disfrazarla con aquella utopía que decidimos llamar amor, que no es
más que monogamia. Costumbrismo, la autosaturación voluntaria
y consciente del sistema endocrino sacrificando la ilusión del macho
indomable tan prostituida con los medios de comunicación actuales, para
remplazarla con algo bastante más anormal, pero más llenador a fin de
cuentas... el cese del descubrimiento sexual irresponsable, en pos de la
renovación emocional, sensorial, psíquica, física y finalmente social.
Y es que: ¿Qué somos si no somos
sociales?
Seremos simples animales.
Y este animal se niega ser humano. Es
por eso que estas anteriores palabras se convertirán en el preámbulo y la
justificación de todo lo que escribiré a continuación. Sabiendo que he soñado
personas, momentos, y sobretodo... emociones, más no son las emociones las que
me perturban, son las personas que habitan los sueños para crear esas emociones
y momentos invaluables - pero a la vez confusos-.
Recuerdo soñar(te) alguna vez, haber perseguido tu cuerpo, por sobre las
montañas, escalando cerros, remando mares solo por ver tu rostro, corriendo,
días y noches interminables buscando(te) queriendo tu cuerpo, buscando tus
besos... convirtiéndote en diosa, única e irremplazable.
Es que si tu eras noche, yo tenía que estar de día, y a donde quisiera
seguirte, tu ya no estabas, eras, eres y serás siempre nómada... y eso me
encanta de ti.
Vi grandes desiertos devastados por la lluvia, vi ráfagas interminables de
balas surcando los cielos buscando carne fresca que dañar. Quise olvidar, pero
todo lo que tenía sentido hace un tiempo, lo empezó a tener poco tiempo
atrás.
Entre todos mis avistamientos vi
también tu sonrisa, de perfil, delicada y pequeña. Quise seguirte, pero cuando
me decidí hacerlo, tu ya habías desaparecido entre esas dos grandes ventanas de
marco blanco.
Pasaron los días desde que te soñé
aquella vez, pasaron personas, que recién hoy tienen cierta relevancia,
pasaron, miedos, colores, olores y molestias.
Un año más tarde, vi tu rostro tras un
mostrador, te veías pequeña, casi invisible, te sonreí, me
detuve enfrente tuyo, con barba, de negro, piercings y medio
distante, alegraste mi día, y yo, no dejaba de pensar en aquella
niña que tras sus propias ventanas de marco blanco hablaba tan despacio que
necesitaba acercarme y preguntar más. Al final solo te pregunté donde estaba el
baño, yo iba a la sala 8, entré, intenté ver la película, pero solamente
pensaba en su forma, su pelo, negro como la noche, su piel color canela, su
rostro, fino y casi inexpresivo y su voz, dulce, suave, como si del canto de
las sirenas yo hubiera sido encantado. Finalmente decidí salir... habían pasado
diez minutos, pero para mi, parecía una eternidad.
Decidí entonces sentarme entre la
multitud, y ahí, solo y con la cola entre las piernas, te observé durante
algunos minutos. Te llamaron, saliste del mostrador, y al ver que tras veinte
minutos no regresabas, decidí dejar mi puesto de observador y dejar de pensar
en tonteras... "el mundo es de los que viven, no de los que sueñan"
me dije.
Pasaron dos días exactamente, y me
llamaron, seguí los conductos regulares, y te convertiste en personaje... tenía
miedo - aún lo tengo-. Yo no te conocía y tu a mi tampoco, pero necesitaba
saber si realmente pudieras ser tú, la que me da vida cuando debería descansar
de la que tengo.
... Empecé a trabajar entonces, me
mantuve imperturbable durante un par de semanas... te veía, en silencio y con
algo de temor, quería hablarte, pero no encontraba el momento, el lugar, ni la
forma de hacerlo... estaba todo tan fácil, pero siempre me han gustado los
desafíos.
Entonces y con algo de esperanza,
decidí buscarte en internet... si quería cautivarte tenía que saber más de ti,
y lo intenté... te busqué. No te encontré, finalmente me encontraste tu, pero
como no habían fotos y yo aún no me sabía tu nombre, nada sabía bien de aquella
"Jaquie Coo", lo raro es que te seguía soñando, te seguía queriendo a
mi lado, como amiga o lo que fuera... los personajes siempre calzan a la
perfección, el problema es que a veces confundo el rol que tienen...
Un día me tocó copería, y apareciste
por un fugaz momento... yo, entre envalentonado y medio eufórico, intenté
decirte lo que pensaba, finalmente lo único que salió de mi boca, fue un
"¿Te puedo decir algo?", Si - dijiste-, "Tienes una voz
preciosa"... te notaste incómoda, temerosa, y saliste por aquellas oscuras
puertas, "la cagué" dije, pero hiciste algo que ninguno de los dos
había hecho antes... me hablaste por mensajería instantánea, ahí
entendí al final quien era aquella misteriosa persona. Hablamos durante horas,
y nos despedimos cordialmente, nada raro - pensaba yo entonces-, sin saber que
viniendo de alguien reservado, esa conversación lo cambiaría todo.
... Hablamos de afectos, de amor, de amistades y de estudios.
Ese día en la noche, tu saliste a
fumar, yo pedí break altiro al ver que tu no estabas... decidí seguirte,
decidí, hacerte saber que me resultabas extraña, pero al final solo decidí
conocerte mejor... hablamos, el tiempo pasó rápido, y me decidí a preguntarte
por una película.
Habiéndome informado de la película, decidí invitarte a salir... nada raro,
solo dos compañeros de trabajo viendo un largometraje. Fuimos a otro cine, uno
donde pudiéramos ir sin ser hostigados.
Vimos la película, y yo, cada 15
minutos te miraba de reojo. Te quería abrazar... te dio frío así que decidí
darte mi chaqueta - hasta el día de hoy agradezco el aire acondicionado del
lugar-.
Salimos de la película, y fuimos a
fumar, nos sentamos en unas escaleras, y conversamos de la vida...
inseguridades, miedos, temores, decepciones y gustos. Tópicos raros para una
primera salida de compañeros de trabajo. Y entre todas las emociones juntas...
decidí armarme de valor, cambiar drásticamente el tema, y decirte
simplemente "¿Te puedo decir algo que ya no quiero guardarme?... pero no te
lo tomes a mal, no soy ningún psicópata, aunque no me conozcas del
todo". Asentiste, y simplemente dije lo que sentía, "Me gustas",
y prefiero que lo escuches de mi que de alguno de los compañeros del trabajo.
Estabas extraña... no te veías incomoda, sonreíste, y dijiste,
"Tu me gustas un poco".
Cambiamos de lugar, y fuimos donde
hiciera menos frío, nos movimos un par de metros, y sentados... me pediste un
abrazo. Te abracé... y no era la primera vez. No se sentía como la primera
vez.
Esa noche soñé con un beso, un beso de la niña de pelo negro azabache.
Bermellón tu presencia sin que lo
supieras.
Pasaron los días, y en una reunión
social, hablamos por un rato... luego el rato se convirtió en momento, el
momento en tiempo, y el tiempo en ilusión. Luego de perseguirnos un tiempo, decidimos,
salir y estar en un lugar más tranquilo... eso no resultó del todo bien, pero
tuviste una idea - maravillosa idea- y decidimos ir al patio de adelante de la
casa en que estábamos, finalmente pasó... nuestros cuerpos se abrazaron, nos
besamos. Nos fuimos, caminamos, sonreímos, y vimos en amanecer juntos... y
el azabache se hizo de día, pero tu seguías siendo del color de la noche.
Dormimos juntos, nos besamos, te abracé y no quería dejarte ir, tuve que
hacerlo, estuve como zombie, pero todo valió la pena... estaba en camino a
saber si correrías o no. Y no corriste - aún no lo haces y espero no lo
hagas del todo-. Así empezó una extraña relación... llena de "Deja
Vú", momentos, personas, emociones, colores... Y todo ha sido extraño.
Estabas ahí cuando vimos juntos el amanecer
Estabas ahí cuando despertamos juntos y te vi dormir.
Estabas ahí cuando conociste a quien me dio vida.
Estabas ahí cuando caminamos por el Barrio Lastarria.
Estabas ahí cuando nuestros cuerpos se conocieron.
Estabas ahí cuando el mar inundó mi cama.
Estabas ahí cuando el viento te llevó lejos.
Estabas ahí cuando en el suelo no caminabas.
Estabas ahí cuando yo tu estomago acariciaba.
Estabas ahí cuando incluso me fumé un habano.
Estabas ahí cuando se escucharon disparos.
Estabas ahí cuando vimos aquella tortuga.
Estabas ahí cuando bebimos agua con hojas de lechuga.
Estabas ahí cuando me desvelé pensándote.
Estabas ahí cuando yo sabía algo que tu aún no.
Estabas ahí cuando ayer te dije lo que siento.
¿Estarás ahí cuando te diga? "Te necesito, quédate conmigo".
¿Estaré ahí si lo dices tu?.
Si
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"Para levantar
una carga muy pesada,
es preciso conocer su
centro.
Así, para que los
hombres puedan embellecer
sus almas,
es necesario que
conozcan su naturaleza".
Egonáutica