sábado, 14 de julio de 2012

Idiota testosterona

Salgo del trabajo, energizado y altivo.
Camino con dos compañeros por Santiago, Manquehue Norte se siente extraño de noche... como han cambiado las calles desde mi niñez.


Sigo caminando, me junto con mi mejor amigo y otros más, vamos a un bar ya conocido por todos nosotros, el lugar tiene un aire distinto. Debe ser idea mía.


Nos cambiamos de local, ya conozco la competencia, prefiero un lugar en el que se pueda crear un ambiente a un lugar en el que solo te transformas en parte del mobiliario. Nos indica la garzona que nos quedan 45 minutos antes de que el local cierre, son las 02:15 de un día viernes 13 de julio. Envalentonados por el alcohol, y la estúpida testosterona que emana de cuatro jóvenes adultos que cual niños juegan a ser grandes, pedimos ocho tragos bien cargados, para que el dinero valga la pena el esfuerzo de beber rápidamente.


Dan las 03:00 horas.
Caminamos hasta la bencinera más cercana en la búsqueda de nicotina mentolada con la cual saciar esa fijación oral que la psicología bien describe en aquellos que fumamos. Caminamos entonces, los  cuatro, y en esa verborrea del alcohol, la nicotina y la estupidez cabría, nos ponemos a huevear como si tuviéramos quince años nuevamente.
Tocamos timbres, algo de vandalismo público, pintura en las calles y piedras vuelan, s
e veía venir, pero no, el alcohol es la excusa perfecta para obviar lo evidente. Caminamos y llegamos a la casa de uno de nosotros. Bebemos, reímos y cantamos, somos idiotas, irresponsables e infantiles, y necesitamos demostrarlo.


Nos arrojamos comida, nos lanzamos a la vida por las calles de Santiago, ya son las 04:14 de la mañana del viernes 13 de julio antes mencionado. Nos juntamos con una amiga de uno de nosotros, y emprendemos camino a la casa en que estábamos hace unos minutos. Tomamos un bus, ya que conducir es irresponsable y si de irresponsabilidades se trata, aquella noche sabe bien del tema.


Nos aceramos a nuestro destino. El chofer no para su marcha. 
Tocamos el timbre, y el chofer aún no pausa a este gran monstruo de metal.


Tocamos nuevamente el timbre, y a estas alturas algunos del grupo deciden hablar con el chofer y evitar una molestia mayor a tener que caminar con frío por más allá de cinco paraderos del que era nuestro destino... 


Comentarios van y comentarios vienen, bajamos y nos encontramos de frente con pequeñas criaturas que envalentonadas por el alcohol y similar testosterona suben al bus, intercambiamos palabras, groserías algunas, miro de reojo, y veo una mano arrojar algo, no le doy importancia, siento una molestia en la parte de atrás de mi cráneo, se siente frío... seguimos caminando, me llevo una mano al lugar de la molestia, y veo sangre, líquido espeso y tibio que emana de mi cabeza. A estas alturas el panorama regular se transformó en "una de esas historias".


Caminamos hacia la casa en donde estábamos antes, yo aún con la mano en el cráneo, decido fumar para engañar al cuerpo o al menos justificar la ingesta de nicotina sin sentir culpa por sus posteriores consecuencias - suena coherente en mi mente-.
Llegamos todos, de pie y menos envalentonados, "con la cola entre las piernas" como diría mi abuela, me siento en el baño, y mis heridas son desinfectadas...



Estoy enojado.
Und ich liebe dich an Sie

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