miércoles, 24 de agosto de 2022

Ramón Segundo Aleuy Azocar

Ya son cincuenta y cinco días sin verte...
Sin escuchar tu risa, tu voz calma y tus consejos, que hoy, no sabes cuánta falta me hacen.

Te cuento, que desde el 3 de agosto, oficialmente, tus bisnietos y yo, llevamos tu apellido. Costó, pero se pudo... Solo desearía que estuvieses aquí para verlo, pero aún desconociendo el lugar en que estás, te siento cerca, con tus dientes separados, tu dulce mirada, y ese cariño que siempre nos hiciste sentir.

Tata, pierde cuidado, que tu amada Toyita se encuentra bien, te extraña mares, imagino que más que todos aquellos para los que fuiste más que un tío, jefe o conocido.

Calaste hondo en muchas generaciones, y no queda más que agradecerte todos los cuidados y la dedicación con que guiaste tu vida, y la de aquellos que tuvimos la dicha de compartir camino contigo.

Te cuento que será un año de cambios, cambios drásticos, pero necesarios para mi cabeza que hoy es caos.

Te extraño, te quiero, y espero que dónde sea que estés, guíes el camino de quienes quedamos acá, en cuerpo y con una pena que aunque sobrecoge el alma, tranquiliza. Ya no sufres, ya no hay dolor.

Salúdame a Don Luis si lo ves por ahí, y cuando a alguno de nosotros nos toque, espero con ansias volver a oír sus historias y experiencia.

sábado, 16 de abril de 2022

Ojalá

Ojalá sea hoy cuando mi recuerdo se haga ausencia en tu cuerpo.

Ojalá tu mundo sueñe a diario cuanto anhela mi cuerpo tu ausencia.

Es posiblemente hoy en que tú, serena, pálida, fría y tranquila, vuelvas a incinerar mis recuerdos, y vuelvas a éste cuerpo, aunque seas solo un recuerdo de afectos ya olvidados.

Y mi carne aún se pregunta... ¿Porqué no fue?

miércoles, 30 de marzo de 2022

Perdí.

Las ganas de estar ahí,

la voluntad de quererlo todo,

la osadía por despertarme a luchar contra mis demonios,

mientras que el verdadero enemigo...

es el viento mismo que exhalo.


¿Como se puede reparar, aquello que nunca estuvo unido?

 

 

martes, 22 de marzo de 2022

Aún respiro.

Con dos hijos, un trabajo estable, la misma sonrisa vacía, el alma errante, y esas imperterritas ganas de mandar todo al carajo, que en más de alguna ocasión me ha surgido del núcleo mismo del cuerpo.

¿Habrá sido acaso el final de éste poema confuso y caótico llamado vida?

Detengan el mundo, me quiero bajar.