miércoles, 2 de julio de 2025

Aún estás acá.


Ya tres años han pasado desde que por última vez, pude tocar tu rostro, un primero de julio torrentoso como nunca había visto, y acá, a tres años de tu partida, sigo sin poder cerrar ese ciclo de verte partir, en una caja de madera, al que sería finalmente tu último refugio.

Quisiera contarte todos los pormenores, decirte que nuevamente perseverará tu apellido, y discutir contigo del nombre que quiero legar al viento...
Abrazarte y conversar en esa eterna sobremesa en la que todos éramos partícipe.

Quisiera verte nuevamente leerle cuentos a tus bisnietos. Recibir esos pequeños libros infantiles, que acompañados a una historia que parecía novedosa, escuchábamos atentos, como que de ella dependiese nuestra cordura.

Verte orgulloso nuevamente de tu bisnieto mayor, que crece por el mundo, de una forma similar a la tuya.

Verte reir y sonreír, al ver los pasos encleques de quién a la fecha, ha sido tu única bisnieta.

Quisiera hablarte, y escuchar tus consejos, tan racionales y analíticos, obtenidos a cal y canto de tus experiencias de vida, de lucha y nado contracorriente.

Esos consejos sanadores, que traían calma a una mente inquieta, errática e itinerante.

Quisiera decirte que todo está bien, que seguimos siendo pocos, pero unidos como fuimos antes de que dejaras éste plano.

Pero mentiría si te aseguráse que el verde no separó los afectos.
Mentiría si dijera que ésto no es crónica de una muerte anunciada, y sobretodo mentiría si te dijera que estoy contento con ésto.
Pero creo tener la misma claridad que todos aquellos que llevamos tu apellido, al decir que siempre supimos que eras la amalgama que cohesionaba y condicionaba nuestros afectos y vidas.

No tengo miedo de dejar este mundo, pero le tengo terror a cesar de éste, sin haber cambiado algo al respecto.


Dónde fuese que habite tu memoria, recuerda que te recuerdo.
Te quiero.
Te extraño.