Buscas, inconsistentemente, una mano con la que puedas aferrarte de por vida, recorrer y descubrir camino juntos, generando afectos y emociones que le provean al tiempo esa carne, piel y hueso que tanto ama envejecer.
Te arriesgas, dejando de lado sueños, anhelos y metas, para decir "primero los hijos"... Ves a tu contraparte, y te dices constantemente "ya la encontré" -pero estás equivocado- siempre.
El tiempo pasa:
Otro día.
Rutina.
Levantar a los niños y llevarlos a clases
Desayuna si puedes
Trabaja
Ordena
Trabajo más fuerte
Almuerza
Sigue trabajando
Ordena.
Produce
Produce
PRODUCE.
Sin tiempo para el vaivén anímico, hasta que te choca de golpe y te detiene.
Sabes, casi trece años después, que el único motivo por el que sigues de pie es el legado de mi propia sangre junto a la tuya, y ves, en esas pequeñas manos, algo bueno, bello y puro en esta mierda que es existir.
Iluso fui en idealizarte tanto, y cuando quería buscar otros rumbos, es por verlos crecer que decidí quedarme.
Yo no soy mi padre.
... Pero tampoco soy mis abuelos.
Yo no me voy a quedar por siempre -si no me das motivos para hacerlo-.
Y menos aún en dónde tengo absolutamente cero soporte emocional.
A veces, convertirse en "El Hombre Golondrina", no suena tan mal.