Y sí, te respondí con la verdad, pero no puedo enfrentar éstas antiguas quimeras del alma sin verbalizar del todo que te he pensado.
Te pensé en esas mañanas oscuras, de confusión trasnoche y trabajos con nota.
Te pensé en el cerro, solo y alto en la montaña, buscando calmar ese ensordecedor ruido que deja el cobre al caer al piso.
Te pensé en mis momentos de miseria, anhelando esa claridad de conciencia que desde que cruzamos caminos, has tenido, en ese tiempo, a pesar de tu corta edad en ese momento.
Y es hoy, catorce años después, ya avanzados tus treinta, mientras yo prosigo un paso más a otro cambio de decenio, en que me toca enfrentarte de nuevo.
Y nuevamente retumban en mí, tu voz, tus pasos, tu mirada. El delineado delgado de tus ojos, y tu melena salvaje pero como te veo vivir la vida... en control.
Créeme, que pienso en cuán distinto podría haber sido todo, si hubiese reemplazado, mi temor por confianza, mi indiferencia por presencia, y aquellos pequeños gestos de vida, que personalmente buscaba en tu perfil en línea... Pero me toca enfrentar que creo ser desde aquel 2011 demasiado tóxico para ti. Y ahora con la vida hecha -y a ratos deshecha-, no puedo ser más que el amigo que pone el hombro, pide, busca y da consejos a alguien que aunque distintos caminos hayan trazado, logran converger hacia ese letargo que tenemos los tranquilos.
Te quiero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario