lunes, 8 de diciembre de 2025

Cerrarse.

No puedo correr con este peso en la espalda.

No puedo dejar todo de lado sin constantemente recordar el porqué de mi ausencia en cuerpo.

Me cansé.

Me cansé de mendigar afecto donde solo me exigen espacio.

Me cansé.

De aparentar, de omitirme,

me cansé de recordar mis sueños, mis memorias y mis anhelos rotos a la luz de la luna.

 

No supe ver lo que era simple a la vista.

No quise ver lo que era esencial ante los ojos.

 Te quise, con la inflamable intensidad con que un apego ansioso puede querer al otro.

 

Te quise, entre tus sombras, entre tu ausencia y tus carencias.

Apredí incluso a quererte también en tus silencios, y en tu indiferencia.

 

Mentiría, si dijera que no me duele esta decisión, que no carcome hasta el más profundo nervio de mi mente, que no quisiera tocarte, besarte, y olvidar la última semana, que como lluvia anunciada, trajo un vendaval de emociones, que más regularmente que nunca, han sabido quebrar hasta la más ínfima de mis quimeras.

Mentiría también si no admitiera que bastante valor tienen mis decisiones, cuando exteriorizo todo, y explico en carne y cuerpo, las palabras que mi voz esconde.

Sé que se vienen días oscuros, días de pérdida y desencanto,

días de lágrimas, y ganas de cesar el ser.

 

 

Pero es ahora, bajo la necesidad de minimizar el trauma, en que me veo obligado a cambiar mis formas, mis procesos psicológicos y métodos de ensayo y error.

Trece años, tres hijos.
Trece años, dónde solo suprimí mi ser, y en el proceso, olvidé quien realmente soy.

Digno de afecto, merecedor de banquetes, no de migajas emocionales.

 

Solo recuerda.

No soy un plato digno de servirse de nuevo.

Atravieso esa puerta, y te dejo tranquila, sola, evitativa, independiente de mi emocionalidad diaria.

Y es que me pregunto constantemente, 

¿Alguna vez me quisiste?
¿Fuí alguna vez suficiente?

¿Sentiste en alguna ocasión esa necesidad de estar conmigo?

¿O es que solo soy un concepto para tus ojos?

Solo soy una idea que alguna vez se plasmó en carne.

¿Fuí acaso para tí, algo más que un objeto?

¿Fuí alguna vez sujeto ante tus ojos?

 

Y acá sigo, quebrando mi cabeza, desvenando mi corazón, y recibiendo lo que me acostumbraste a recibir.

Migajas emocionales,

aquellas mismas que durante años me fueron suficiente, pero releyendo a mi anterior yo,

veo claramente que jamás han saciado el hambre.

El hambre sigue aquí.

Tu nunca quisiste saciarla.

Solo me queda creer que de alguna forma, fui importante para ti.

Espero haberlo sido...

Aunque no guardo el recuerdo de que me lo hayas demostrado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario