Cómo fui, antes de olvidar esos años que me definieron.
Y vuelven, como personajes secundarios a tu vida, siluetas que alguna vez quisieron ser algo más.
Te reconoces, recuerdas el humo, el ruido, el palpitar lleno de emoción que te mantenía con la necesidad de estar ahí, junto a tu contraparte, buscando afecto, dónde al inicio solo había cordialidad.
Te recuerda entonces, esos ojos verdes, lo frágil que eras en aquel momento a esa mirada aún desconocida.
Crees, y creas una personalidad en base a aquellos recuerdos, caricias, canciones y condiciones.
Creías poder tomar el mundo por el mango.
Creías saberlo absolutamente todo y que la única verdad absoluta era la tuya.
Eras intrépido, implacable e imparable.
Pero no.
Chocaste con la vida, te ganó la necesidad de estar, y dejaste de lado todos tus anhelos, todo tu brío y coraje, para elegir detenerte, criar y vivir junto a la prolongación de tus células.
Pero no puedes evitar,
recordar las pecas,
las sonrisas impertinentes,
la saliva ajena en la boca del otro,
y la firmeza absoluta de tu cuerpo al estar.
... Es tan poco lo que recuerdo de hace más de 20 años.
Pero mentiría si no dijera que aunque efímera, fuiste de la historia de mis afectos, parte primordial.
Tu, el lago y aquella gárgola.
Gracias por los recuerdos.
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