Extrañas son las formas de correlacionarse.
Inadecuadas, las explicaciones, que bajo el vaho del alcohol exudan los cuerpos, respecto de aquella emoción social condicionada por los grados, de ese líquido altisonante de la socialidad humana inherente al desinibido.
Líquido, pulverizante de las cohibiciones que más por necesidad de aceptación, que por gusto, terminamos acatando en nuestra cotidianeidad.
Y es así, al paso el reloj, al correr de las mesas, junto al vaivén de las palabras, es que omites aquella ineptitud que te separa del resto.
Y logras encontrar tungsteno donde solo encontrabas carbón.
Y ves.
A una persona y personalidad fuerte, con tesón y entereza, con gallardía, brío y lo más importante... Autenticidad.
Agradezco a la vida, el poder juntarme con gente así... Así sea solo una (cuantitativamente hablando).
Aunque sea bajo la condicionante de la esfera codependiente de tener la necesidad de criar sin dañar.
Así sea, bajo determinadas condiciones de tiempo, de forma, lugar y sobretodo de reciprocidad.
... No sabes cómo agradezco encontrar a alguien más con quién no necesitar enmascarar sentires.
Gracias Lilo.
No sabes cómo me sobrepasa en sentires, no necesitar aparentar.
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