Agua cae sobre nuestros hombros, moja, purifica y desconecta... intentas reconectar, sabiendo a cabalidad que sigues en pie meramente por la inercia que requiere detener al cuerpo que ya ha iniciado el movimiento.
Analizas, ¿Cuantos cuerpos más veré?, De quién serán, el calor de los cuerpos el pulso acelerado y el sudor en la espalda de cada uno de aquellos vinculados por este dichoso hilo rojo.
¿Realmente nos pertenecemos el uno al otro?
¿Es normal ésta ausencia de reciprocidad?.
¿Es normal ser normal?
¿Es normal ser?
¿Es?
¿Soy?
Y sabes que dónde ya conoces no obtendrás respuesta, tus pedidos caen en oídos sordos -y tercos, como tú mismo-.
Intentamos encontrar en el otro, lo que nos falta a nosotros... ¿En qué momento me faltó tanta neutralidad?.
Te-pierdes
Pierde-te.
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