miércoles, 23 de noviembre de 2016

Papá:

Existen ausencias que duran un día, otras que duran un año...
y algunas que duran una vida...

Y son estas últimas las que más perturban el alma.
No por no tenerte hoy en mi vida, si no porque es más bien
el "tener y haber perdido" -sin haber realmente perdido-

Y es que yo también te recuerdo con nostalgia
... esos momentos en Papallacta.
Yahuarcocha.
El Trooper beige.
Las navidades incómodas.
Las sanaciones mediante un "mantra" -o al menos eso lo consideraba-.

Extraño...
Aquellas visitas a la Mitad del Mundo, pero por sobretodo...
extraño verte, extraño a mis hermanos, y aunque hoy extraño menos a Oriana, tengo claro que mañana también me hará falta, como me haces falta tú, como me hacen falta todos aquellos de quienes provengo y que descendemos de tí.

Es por esto que hoy, tarde e impersonalmente, te doy las gracias.
Gracias por engendrarnos.
Gracias por guiarnos...
Pero sobretodo, gracias por aquellos momentos que ni la tinta más fuerte podrá reproducir jamás en la retina de cada uno de nosotros.

Te recuerdo, te recuerdo cada vez que me veo en el espejo, cada vez que me me toca ver una imagen, y me veo en Guillermo.

Me veo reflejado en tí.
Me veo enfrentado a mis miedos... aquellos que supongo tú también debiste lidiar.

¿Qué hago?
¿Soy feliz?
¿Debería mantener esto para estar en la vida de aquel niño?

Y es que la respuesta es sí.
... Y hoy, admiro tu coraje, y extraño, con el alma y corazón aquellos tiempos en que eramos más que dos.

Fuimos una gran y dispar familia.
Siempre te agradeceré todo eso.
Me enseñaste cosas que jamás podré olvidar.
Momentos que espero algún día tenga también mi hijo.

... Solo espero que cuando se tenga la oportunidad, puedan las cosas ser por aquel efímero tiempo, iguales a como lo fueron en aquel entonces.

Y poder ver en tus ojos, hacia mí...
la misma mirada que siento cuando veo a mi hijo...
tu nieto.

Aquel por el que aguanto más de lo que pienso que debería.

Te extraño, extraño Ecuador, pero por sobretodo extraño encontrarnos, tus 4 -en aquel entonces- descendientes, cada fin de semana, y jugar por un pequeño tiempo, a que eramos la familia perfecta, que nunca pude -y siento que tampoco podré- tener.

Te amo.

... Y no sabes cuánta falta me has hecho.

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