Suena: Pain - Tiger Army.
He obligado a mi cerebro a decir "sí, ésto es lo que quiero, todo está bien", cuando la realidad es otra, y día a día veo sesgadas mis emociones, mis sueños decaer, y todos aquellos anhelos condicionarlos a otra emoción que debo desviar entre nicotina y alcohol, para nublar con ello un poco el caos que hay en mi cabeza, en mi vida y últimamente incluso en esta displicencia afectiva que tengo hacia "lo nuestro".
Estoy cansado.
Estoy confundido.
Navego con el norte claro, sin tripulación, y con un capitán insano que tiempo atrás decidió a voluntad aceptar su propia locura y emprender camino por entre tormentas y tifones que dominan su sentir.
Y me toca descansar.
Veo mi reflejo y ya no me reconozco.
Otra cana, otro dolor temporal en el cuerpo.
Un día más de ocultar quién realmente soy... En este mundo indiferente hacia aquellos que trazamos camino pensando e interactuando distinto, no se nos permite pensar fuera de ésta caja.
Eres hombre, -te dices- omite todo aquello que te vuelve débil, mata a esa parte de ti que choca con el resto y te separa del grupo.
Porque sí.
Navegas solo, y aunque intentas entender al resto, no puedes sino admirar la facilidad banal que tienen los neurotipícos.
Caos.
Te domina.
Controla tu cabeza, y solo puedes navegar en calma, si ese lado voraz está correctamente taimado.
Y me pone a pensar... ¿Exististe alguna vez, o solo te idealicé por completo?
Ojos verdes, para la emoción, ojos pardos, para la violencia.
Ojos de humo, te dieron tesón.
Ojos de invierno, la más absoluta incertidumbre del "yo propio".
Piel de canela, trajiste constancia, la dicha absoluta, pero también la más voraz apatía e indiferencia.
... Esa indiferencia que hoy -aún- tiene a mi cabeza en vilo.
Si el hogar es donde está el corazón, ¿Por qué se derribó el edificio?.
... Pero entretanto huye, huye irreparable el tiempo, mientras demoramos cautivos por el amor hacia los detalles.
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