lunes, 23 de mayo de 2011

Creí haberte olvidado.

Eras pequeño cuando llegaste, ínfimo y frágil como llovizna de primavera.
Desde tus más tiernos inicios fuiste sol y calor para quienes tuvimos el gusto de compartir contigo, pequeño mamífero cánido, negro y café, tus matices fueron el inicio de los sentimientos más hondos que jamás pensé podría haber sentido por un ser vivo.

Recuerdo cuando intentabas ingresar al agua cuando yo estaba en la piscina.
Esa agua era un mar para ti.

Agua pura y cristalina, en la que de alguna forma lavabas tus patas y tu torso casi por completo, mi pequeño Rulfo, fuiste la dicha de un orgulloso Tauro que daría la vida una y mil veces solo por verte una vez más.

Los recuerdos que tengo de ti son tan dulces como amargos, son rocíos de vida y de gloria, pero también son lamentos de un ángel que quiero creer tengo allá arriba, y al que de corazón pido disculpas si alguna vez hice algún mal.

Eres mi perro.
Y lo serás por siempre.
Durante catorce años fuiste mi mejor amigo.
Lamento tanto haberme ido a Ecuador y haberte visto apenas unos meses durante cinco largos años.

No te quiero can de mi corazón.
Te Amo.

... Si he de morir, espero verte allá arriba, si tu no estás ahí, sabré que el cielo no existe tal y como lo describen.


Con el corazón en la mano... mi pequeño Pastor Alemán... Te Amo.






... No tienes idea de cuanto te extraño.


:(

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